Rodando ...

viernes, febrero 20, 2004

Un paseo por la sierra en bicicleta

Era el domingo 22 de febrero del 2004. La mañana estaba nublada, cuando llegamos a “Rancho Viejo”. Revisamos los últimos detalles para la salida. Sabíamos lo que nos esperaba, cincuenta y seis kilómetros de recorrido. Nos reagrupamos e iniciamos la travesía. La Sierra de Mazatan lucia imponente, soberbia como si quisiera negarnos el ascenso. El camino serpenteaba por la montaña como ser mitológico queriendo devorar las nubes que coronaban la cumbre, desafiante. Iniciamos el ascenso confiados en nuestras Bicis, pues nuestra condición física no era buena, de ahí lo épico de la aventura, pero el entusiasmo suplía lo que nos faltaba de condición. Al poco tiempo, las risas y bromas se trocaron en notorios resuellos. Piernas y Bici se fundían y refundían en cada pedalazo. Unos y otros, se servían para el mismo propósito: Llegar a la cima.

Después de dos horas de recorrido, ya se dominaba gran parte del Valle de Mazatán. Los campos sembrados, el humo de los ranchos, las crestas, cumbres y collados dejados abajo, era toda una sinfonía para el espíritu. La meta ya estaba a la vista. Venía lo mas pesado, cuestas en algunas partes, casi verticales nos obligaban empujar la Bici, soplando y resoplando con el pulso casi al máximo algunos decíamos: ¡Quien nos trae aquí!... Pero luego recordando nuestro compromiso interior… reiniciábamos la marcha. Algunos ya se habían quedado rezagados. El frío de la alta montaña, mas intenso penetraba nuestras ropas, hasta los huesos. Una vez recuperados, dimos el último salto hasta casi cinco mil pies de altura.

Paisaje de calendario, encinos, represos, aves migratorias y flores silvestres dibujaban el paisaje; en contraste con el frío cortante. Nada calentaba. Nos reabastecimos de líquidos y algunos carbohidratos que llevaba el vehículo de apoyo. Unos sorbos del mejor bacanora, que el frío y el cansancio quito. Acordamos la ruta del descenso por el otro extremo de la Sierra, que nos obligaba a cruzarla a lo largo. Fotos y bromas obligadas e iniciamos el descenso. Otra vez ¡La Serpiente!

Llego en momento. Parecía precipitarse al vacío, se retorcía en el lugar menos esperado, curvas, tierra y piedras sueltas, hacia mas difícil el descenso. Ahora era el miedo de sufrir una caída. El miedo paraliza las buenas decisiones. El instinto, la Bici y la mente concentrada salva. Se olvida todo, pero se tiene todo y nada es como contradicción filosófica. Se disfruta y sufre el instante, en la inclinada ladera, el viento pega en la cara. En este orden de cosas, algunos sufrieron caídas, otros se “acalambraron,” todos nos cansamos, pero felices llegamos a “Pueblo de Álamos” a casa del suegro de Pancho León, rematando el día con una exquisita carne asada sazonada con risas y comentarios de la experiencia que todavía hoy esta presente.



Lic.Humberto Romero Bravo
Mazatán Paseo en bici/el imparcial

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