Como me meti en esto
COMO ME METÍ EN ESTO.
(Sergio “X Man” Quiroz)
Como me metí en esto, bueno, hace mucho tiempo, cuando leía y releía mis revistas favoritas de aquel entonces (1985-1990), Field and Stream y Out Doors Magazine, en las secciones de anuncios en ocasiones aparecía uno que otro en donde anunciaban “Bicicletas de Montaña, Schwinn”, “A chinga, chinga”, decía yo “que será eso”. Siendo una persona sumamente aficionada a los espacios abiertos y a los deportes de exteriores que no tuvieran nada que ver con pelotas, fue solo cuestión de tiempo para que me enganchara en el deporte en el que me he estacionado durante más tiempo y que considero el más bonito, relajante, emocionante, extremo, vigorizante, recompénsate, divertido, ecológico y saludable, de todos.
Aproximadamente en 1992 compré ... bueno, me prestaron una bicicleta de “montaña” bien fregona, marca Road Master de 10 velocidades como de 40 libras de peso y en esa solía salir los fines de semana al monte vestido con pantalones de fatiga camuflageados, botas de cacería, camisa de franela, una cantimplora en el cinturón y por casco una gorra volteada, la usaba como Jeep, pensaba que estas bicicletas no necesitaban de un camino ... hasta que se empezó a ponchar.
En el 94´ ”asesoré” a Juan Marcos (Galletas) Gallegos quién compró una flamante Raleigh toda rígida de cromoly, por la cual hicimos viaje especial a Tucson Az. Y en esas máquinas de pedales nos íbamos y le dábamos al Gila. Fue en 1995 cuando por fortuna del destino Mr. Newbie meet the Mountainbiker, es decir fue cuando conocí a Rolando “zaskar” Vélez, quien llegó de Ensenada ya sazonado en los aspectos del MTB y con toda su sapiencia me empezó a platicar de todas esas “cosas nuevas” de este emocionante deporte, me aclaró que la bici de montaña no necesariamente era un accesorio de cacería, pesca y campismo como yo creía, sino un deporte completamente independiente y más aun, un estilo de vida. Me platicó de las “maravillas” de los frenos de cantilever, las suspensiones de aire Rock Shox Mag 21 de magnesio, con mecanismo de aire-aceite (de hecho el tenía una de estas montada en su bici ¡ALA!) y la Girving de elastómeros, me platicó de los nuevos diseños de cuadros como la Sling Shot, las primeras Trek de doble suspensión y los cuadros de carbón, entre otras cosas.
Todo eso me atraía enormemente y comenzamos a buscar en Internet algunos modelos a los que pudiera tener acceso, económicamente hablando. Para mi sorpresa me di cuenta que además de Schwinn había un sin número de marcas más. De aquella plétora de modelos y marcas las que más llamaron mi atención fueron los “nuevos” modelos de la Trek, las bicicletas con cuadros en Y. De hecho la que pensaba comprar era una Y3. Pero, como siempre pasa, uno propone y Dios dispone.
Asesorado por mi nuevo mejor amigo, compré aquí en Hermosillo, una bicicleta de aluminio usada (Scandi), con piezas Shimano (STX RC), shorts de lycra, casco, camelback y guantes, todo por $ 4,500.00 M.N.
Fue entonces, cuando entré a otra etapa, la de romper la resistencia a ponerme ropa de lycra para ir al monte. Aunque en la etapa en la que hacía carrera por deporte, usaba ese tipo de ropa (shorts), no me hacía a la idea de ir al monte vestido así, “al monte uno va vestido de hombre” me decía a mi mismo, “voy a regresar con la ropa echa garras” me repetía una y otra vez. Pero al empezar a usar estás prendas me di cuenta de la conveniencia de las mismas, permiten una mayor movilidad, no se empapan con la transpiración, no se atoran en el asiento al momento de salir de este, ni en las ramas de los arbustos y además tienen un conveniente “colchoncito” en salva sea la parte, lo cual proporciona gran confort cuando se permanece mucho tiempo sentado en ese pequeño asiento, de la bici, bien nombrado “sillín” por los gachupines.
Las salidas se empezaron a hacer más frecuentes y más largas (las salidas en un inicio no excedían los 7 u 8 kilómetros). Todos los Sábados, temprano pasaba por Rolando y ahí mismo afuera de su casa acordábamos el rumbo a tomar. Los Horcones (www.loshorcones.org.mx) era uno de nuestros favoritos, por su recorrido de 20 kilómetros y San José de Pimas como punto de abastecimiento en la mitad, pero sobre todo por la excelente compañía de los amigos que conservamos en ese lugar. Fuimos incontables ocasiones.
Cuando no contábamos con mucho tiempo salíamos a la Jolla, cuando todo lo que había era el camino que conduce a las antenas, subíamos por el lado Este del cerro y nos aventábamos tremendo down Hill, por el lado Oeste y eso era todo, lo hacíamos en 35 minutos.
Una de esas mañanas nos reunimos para ir a darle una vuelta al Gila y nos enteramos que el Luis Ruiz estaba “haciendo” una nueva pista, “¿vamos a ver que pex?” nos dijimos y fue así la primera vez pisamos la pista del Crazy...¡que días!
Afortunadamente, el auge por este deporte no ha menguado ni un ápice, mejor aún es cada vez mayor el número de ciclomontañistas que frecuentan esos senderos que vimos crecer, los cuales ya son muchos, simplemente en el Bachoco tenemos :
1. El Gila
2. El Crazy
3. La Tecate
4. La Mc Pepe
5. El Cimarrón
6. Tremo’s Track
Y, bueno pues la intención es seguir en esto hasta que el cuerpo aguante...ojalá que sea dentro de muchos años...
Aproximadamente en 1992 compré ... bueno, me prestaron una bicicleta de “montaña” bien fregona, marca Road Master de 10 velocidades como de 40 libras de peso y en esa solía salir los fines de semana al monte vestido con pantalones de fatiga camuflageados, botas de cacería, camisa de franela, una cantimplora en el cinturón y por casco una gorra volteada, la usaba como Jeep, pensaba que estas bicicletas no necesitaban de un camino ... hasta que se empezó a ponchar.
En el 94´ ”asesoré” a Juan Marcos (Galletas) Gallegos quién compró una flamante Raleigh toda rígida de cromoly, por la cual hicimos viaje especial a Tucson Az. Y en esas máquinas de pedales nos íbamos y le dábamos al Gila. Fue en 1995 cuando por fortuna del destino Mr. Newbie meet the Mountainbiker, es decir fue cuando conocí a Rolando “zaskar” Vélez, quien llegó de Ensenada ya sazonado en los aspectos del MTB y con toda su sapiencia me empezó a platicar de todas esas “cosas nuevas” de este emocionante deporte, me aclaró que la bici de montaña no necesariamente era un accesorio de cacería, pesca y campismo como yo creía, sino un deporte completamente independiente y más aun, un estilo de vida. Me platicó de las “maravillas” de los frenos de cantilever, las suspensiones de aire Rock Shox Mag 21 de magnesio, con mecanismo de aire-aceite (de hecho el tenía una de estas montada en su bici ¡ALA!) y la Girving de elastómeros, me platicó de los nuevos diseños de cuadros como la Sling Shot, las primeras Trek de doble suspensión y los cuadros de carbón, entre otras cosas.
Todo eso me atraía enormemente y comenzamos a buscar en Internet algunos modelos a los que pudiera tener acceso, económicamente hablando. Para mi sorpresa me di cuenta que además de Schwinn había un sin número de marcas más. De aquella plétora de modelos y marcas las que más llamaron mi atención fueron los “nuevos” modelos de la Trek, las bicicletas con cuadros en Y. De hecho la que pensaba comprar era una Y3. Pero, como siempre pasa, uno propone y Dios dispone.
Asesorado por mi nuevo mejor amigo, compré aquí en Hermosillo, una bicicleta de aluminio usada (Scandi), con piezas Shimano (STX RC), shorts de lycra, casco, camelback y guantes, todo por $ 4,500.00 M.N.
Fue entonces, cuando entré a otra etapa, la de romper la resistencia a ponerme ropa de lycra para ir al monte. Aunque en la etapa en la que hacía carrera por deporte, usaba ese tipo de ropa (shorts), no me hacía a la idea de ir al monte vestido así, “al monte uno va vestido de hombre” me decía a mi mismo, “voy a regresar con la ropa echa garras” me repetía una y otra vez. Pero al empezar a usar estás prendas me di cuenta de la conveniencia de las mismas, permiten una mayor movilidad, no se empapan con la transpiración, no se atoran en el asiento al momento de salir de este, ni en las ramas de los arbustos y además tienen un conveniente “colchoncito” en salva sea la parte, lo cual proporciona gran confort cuando se permanece mucho tiempo sentado en ese pequeño asiento, de la bici, bien nombrado “sillín” por los gachupines.
Las salidas se empezaron a hacer más frecuentes y más largas (las salidas en un inicio no excedían los 7 u 8 kilómetros). Todos los Sábados, temprano pasaba por Rolando y ahí mismo afuera de su casa acordábamos el rumbo a tomar. Los Horcones (www.loshorcones.org.mx) era uno de nuestros favoritos, por su recorrido de 20 kilómetros y San José de Pimas como punto de abastecimiento en la mitad, pero sobre todo por la excelente compañía de los amigos que conservamos en ese lugar. Fuimos incontables ocasiones.
Cuando no contábamos con mucho tiempo salíamos a la Jolla, cuando todo lo que había era el camino que conduce a las antenas, subíamos por el lado Este del cerro y nos aventábamos tremendo down Hill, por el lado Oeste y eso era todo, lo hacíamos en 35 minutos.
Una de esas mañanas nos reunimos para ir a darle una vuelta al Gila y nos enteramos que el Luis Ruiz estaba “haciendo” una nueva pista, “¿vamos a ver que pex?” nos dijimos y fue así la primera vez pisamos la pista del Crazy...¡que días!
Afortunadamente, el auge por este deporte no ha menguado ni un ápice, mejor aún es cada vez mayor el número de ciclomontañistas que frecuentan esos senderos que vimos crecer, los cuales ya son muchos, simplemente en el Bachoco tenemos :
1. El Gila
2. El Crazy
3. La Tecate
4. La Mc Pepe
5. El Cimarrón
6. Tremo’s Track
Y, bueno pues la intención es seguir en esto hasta que el cuerpo aguante...ojalá que sea dentro de muchos años...
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