El primer día
Ya había oído hablar del ciclismo de montaña, de echo por los últimos cuatro años mi compadre Sergio Quiroz me narraba sus experiencias en este nuevo deporte con la esperanza de que algún día mi cerebro colapsara y comprara una bicicleta para lanzarnos por las veredas del desierto junto con otros desquiciados.
“Con una bicicleta prestada compadre, yo le presto una de las mías, uno jamás olvida a andar en bicicleta, así que cualquier bicicleta es buena para empezar, anímate, ándale, vamos, no sea RAJETA” dijo mi compadre por el teléfono; sonó bien de momento y acepté el reto de salir a recorrer “El Crazy” en los cerros del Bachoco, además, pensé, fui un buen practicante de BMX (bicicross) en mi juventud así que no ha de ser tan diferente ... pero, y lea bien esto, (lección No.1) El tiempo no pasa sin llevarse nada a cambio.
El día anterior, la anticipación y la emoción recorrían mi mente, me imaginaba, a toda velocidad por la vereda, y a mi lado, colmados de felicidad, chureas, codornices y coyotes gozando al igual que yo de una linda mañana por el desierto. La realidad puede esperar para mañana pensé. Al día siguiente, la ruda bicicleta se mostraba altiva, hasta la tome con respeto, con cautela, como el vaquero que monta un toro por primera vez. Mi compadre me aconsejó ponerme bien el casco. Cierto, pero ¿y las rodillas?, ¿Los codos?, Y dijo, lo recuerdo bien, “preocúpate por eso después, hoy tómalo con calma”. El resto del paquete de acompañantes llegaron después, Rolando Vélez, Oscar Palacios, Juan Gallegos, José Ángel Calderón, todos ellos con mucha mas experiencia que yo.
Al montar me di cuenta de que los pedales tenían arneses para atrapar al zapato (tocles) así que metí los tenis en los pedales, recorrí los primeros 30 mts. y presione los frenos para hacer mi primer alto. No se si usted lo recuerda pero para esta maniobra se necesita un pie en el suelo en orden de mantener el equilibrio, pero no pude hacerlo... Caer de esta manera es muy humillante, porque todos se dan cuenta de lo novato que eres, y tu ni siquiera te puedes parar rápido y demostrar un poquito de agilidad porque tienes los pies atorados en los pedales y ¡¡te ves mas patético aun!! Así que con calma me quite la bicicleta de encima, me sacudí el polvo y volví a montar, (también como el vaquero que monta por primera vez) ahora más conciente de los pedales, nos dirigimos al “El Crazy”, es una vereda de cerca de 8.5 km. con obstáculos muy interesantes, se llama así ya que solo estando orate se logra terminar el recorrido. Lo primero que se pone a prueba es la condición física, de esto poco me quedo de mis años de preparatoria y solo en condiciones como esta, o sea pedalear una bicicleta, de subida, por la mañana, es cuando lo notas. A los tres kilómetros mi compadre reconoció que mi condición no era tan mala, después de todo, no había mostrado síntomas de cansancio, esto antes de llegar a “LA CAMA DE PIEDRA”, que es justo en este punto del planeta es donde el tiempo se lleva su parte.
Primero, déjeme explicarle que es la cama de piedra y por que se llama así. La cama de piedra es una cuesta en zig –zag con unos 30 grados de inclinación, con un camino de tierra suelta mezclada con piedras, es un tramo corto como de 100 mts. Es el primer reto que un ciclista de montaña novato enfrenta al recorrer esta ruta, al legar a la cima, es tal la fatiga que uno cae rendido al suelo a tomar un descanso, de ahí su nombre. En pocas palabras, la cama de piedra es el obstáculo ideal para venirse rodando como tortuga si se pierde la concentración. Tambien dicen que es una buena tortura para los compadres mala paga ...
Con la miranda puesta al frente, traté de seguir el ritmo (y el ejemplo) de quienes habían subido esta empinada cuesta con éxito, pero al estar agotado, primero te percatas de que te tiemblan las rodillas, también los codos, esto te hace sentir muy molesto, el sol brilla con intensidad, (échale 37 grados) y hace que se te revuelva el estomago, y la idea de vomitar circunda tu mente con mas frecuencia que al principio, y lo que es peor, es muy probable que vomites y de nuevo te veras muy patético frente a tus nuevos compañeros, así que subir la gigantesca cuesta tenia mas agravantes de las imaginadas y a diez metros de iniciado el ascenso baje de la bicicleta a tomar un descanso, claro que con todos los síntomas, menos el vomito, que lo deje para una mejor ocasión.
Mi compadre Sergio, muy preocupado, se regresó para ver que me había pasado. Con la cara verde, le dije que me sentía como Tarzán (a los 90 años) y que me sentía bien salvo el temblor de las rodillas y codos, la visión doble, el dolor de las articulaciones, él estomago revuelto, el cerebro frito por el casco, la flatulencia aguda e intermitente y el sentirme culpable de la caída del sistema del 88. Después de cinco minutos todo pasó, unos tragos de agua, respiración profunda y algo de glucosa me pusieron de nuevo en camino, pero subí la cama de piedra a pie, empujando la bicicleta, no hay gloria en eso. El resto del camino es casi de bajada, así que no fue tan difícil. Ese día, lo visualice como un día para aprender, y aprendí que (lección No.2) la velocidad con la ignorancia no se mezclan.
Pasado el trauma de la cama de piedra, me informaron que el resto no era tan arduo, y di rienda suelta a lo imaginado el día anterior, pero, solo lo angosto del camino y las apariciones repentinas de piedras en el camino evitan que avances a mayor velocidad, poco sabia de las técnicas de frenado, esas las aprendes a golpes, esto es, que si aplicas repentina presión al freno frontal a buena velocidad, es hora de tragar arena. Así que en la primera oportunidad que se presento, me dirigí a un montón de piedras casi sin control, calculo que como a 30 Km./hr. Y al aplicar los frenos, salí proyectado hacia el frente, no sin antes golpearme con fuerza mis partes nobles y una rodilla (por fortuna nadie me vio, bueno, creo que una vaca.). De nuevo me sacudí el polvo para volver a montar, después de que mi voz volvió a su tono normal y el dolor de la rodilla se havia disipado un poco.
En efecto, el resto fue muy divertido, no todo fue sufrimiento, termine el recorrido y una vez que te has entendido con la bicicleta y el terreno, empiezas a disfrutarlo, y mucho, la naturaleza, los diferentes recorridos, la aventura, nuevos amigos y el encuentro con otro deporte distinto a los que habías practicado. Hoy, después de cuatro años de ese primer día, he mejorado mucho, las caídas son menos frecuentes; ahora puedo subir la Cama de Piedra (montado en la bicicleta) y mi condición física se a mejorado también, créame, el ciclismo de montaña tiene muchas y valiosas recompensas, se sufre al inicio, pero el sabor de la aventura jamás se va.
Hernán Belisario ( DEAD MEAT ) Moreno E.
www.tremosmtb.org
“Con una bicicleta prestada compadre, yo le presto una de las mías, uno jamás olvida a andar en bicicleta, así que cualquier bicicleta es buena para empezar, anímate, ándale, vamos, no sea RAJETA” dijo mi compadre por el teléfono; sonó bien de momento y acepté el reto de salir a recorrer “El Crazy” en los cerros del Bachoco, además, pensé, fui un buen practicante de BMX (bicicross) en mi juventud así que no ha de ser tan diferente ... pero, y lea bien esto, (lección No.1) El tiempo no pasa sin llevarse nada a cambio.
El día anterior, la anticipación y la emoción recorrían mi mente, me imaginaba, a toda velocidad por la vereda, y a mi lado, colmados de felicidad, chureas, codornices y coyotes gozando al igual que yo de una linda mañana por el desierto. La realidad puede esperar para mañana pensé. Al día siguiente, la ruda bicicleta se mostraba altiva, hasta la tome con respeto, con cautela, como el vaquero que monta un toro por primera vez. Mi compadre me aconsejó ponerme bien el casco. Cierto, pero ¿y las rodillas?, ¿Los codos?, Y dijo, lo recuerdo bien, “preocúpate por eso después, hoy tómalo con calma”. El resto del paquete de acompañantes llegaron después, Rolando Vélez, Oscar Palacios, Juan Gallegos, José Ángel Calderón, todos ellos con mucha mas experiencia que yo.
Al montar me di cuenta de que los pedales tenían arneses para atrapar al zapato (tocles) así que metí los tenis en los pedales, recorrí los primeros 30 mts. y presione los frenos para hacer mi primer alto. No se si usted lo recuerda pero para esta maniobra se necesita un pie en el suelo en orden de mantener el equilibrio, pero no pude hacerlo... Caer de esta manera es muy humillante, porque todos se dan cuenta de lo novato que eres, y tu ni siquiera te puedes parar rápido y demostrar un poquito de agilidad porque tienes los pies atorados en los pedales y ¡¡te ves mas patético aun!! Así que con calma me quite la bicicleta de encima, me sacudí el polvo y volví a montar, (también como el vaquero que monta por primera vez) ahora más conciente de los pedales, nos dirigimos al “El Crazy”, es una vereda de cerca de 8.5 km. con obstáculos muy interesantes, se llama así ya que solo estando orate se logra terminar el recorrido. Lo primero que se pone a prueba es la condición física, de esto poco me quedo de mis años de preparatoria y solo en condiciones como esta, o sea pedalear una bicicleta, de subida, por la mañana, es cuando lo notas. A los tres kilómetros mi compadre reconoció que mi condición no era tan mala, después de todo, no había mostrado síntomas de cansancio, esto antes de llegar a “LA CAMA DE PIEDRA”, que es justo en este punto del planeta es donde el tiempo se lleva su parte.
Primero, déjeme explicarle que es la cama de piedra y por que se llama así. La cama de piedra es una cuesta en zig –zag con unos 30 grados de inclinación, con un camino de tierra suelta mezclada con piedras, es un tramo corto como de 100 mts. Es el primer reto que un ciclista de montaña novato enfrenta al recorrer esta ruta, al legar a la cima, es tal la fatiga que uno cae rendido al suelo a tomar un descanso, de ahí su nombre. En pocas palabras, la cama de piedra es el obstáculo ideal para venirse rodando como tortuga si se pierde la concentración. Tambien dicen que es una buena tortura para los compadres mala paga ...
Con la miranda puesta al frente, traté de seguir el ritmo (y el ejemplo) de quienes habían subido esta empinada cuesta con éxito, pero al estar agotado, primero te percatas de que te tiemblan las rodillas, también los codos, esto te hace sentir muy molesto, el sol brilla con intensidad, (échale 37 grados) y hace que se te revuelva el estomago, y la idea de vomitar circunda tu mente con mas frecuencia que al principio, y lo que es peor, es muy probable que vomites y de nuevo te veras muy patético frente a tus nuevos compañeros, así que subir la gigantesca cuesta tenia mas agravantes de las imaginadas y a diez metros de iniciado el ascenso baje de la bicicleta a tomar un descanso, claro que con todos los síntomas, menos el vomito, que lo deje para una mejor ocasión.
Mi compadre Sergio, muy preocupado, se regresó para ver que me había pasado. Con la cara verde, le dije que me sentía como Tarzán (a los 90 años) y que me sentía bien salvo el temblor de las rodillas y codos, la visión doble, el dolor de las articulaciones, él estomago revuelto, el cerebro frito por el casco, la flatulencia aguda e intermitente y el sentirme culpable de la caída del sistema del 88. Después de cinco minutos todo pasó, unos tragos de agua, respiración profunda y algo de glucosa me pusieron de nuevo en camino, pero subí la cama de piedra a pie, empujando la bicicleta, no hay gloria en eso. El resto del camino es casi de bajada, así que no fue tan difícil. Ese día, lo visualice como un día para aprender, y aprendí que (lección No.2) la velocidad con la ignorancia no se mezclan.
Pasado el trauma de la cama de piedra, me informaron que el resto no era tan arduo, y di rienda suelta a lo imaginado el día anterior, pero, solo lo angosto del camino y las apariciones repentinas de piedras en el camino evitan que avances a mayor velocidad, poco sabia de las técnicas de frenado, esas las aprendes a golpes, esto es, que si aplicas repentina presión al freno frontal a buena velocidad, es hora de tragar arena. Así que en la primera oportunidad que se presento, me dirigí a un montón de piedras casi sin control, calculo que como a 30 Km./hr. Y al aplicar los frenos, salí proyectado hacia el frente, no sin antes golpearme con fuerza mis partes nobles y una rodilla (por fortuna nadie me vio, bueno, creo que una vaca.). De nuevo me sacudí el polvo para volver a montar, después de que mi voz volvió a su tono normal y el dolor de la rodilla se havia disipado un poco.
En efecto, el resto fue muy divertido, no todo fue sufrimiento, termine el recorrido y una vez que te has entendido con la bicicleta y el terreno, empiezas a disfrutarlo, y mucho, la naturaleza, los diferentes recorridos, la aventura, nuevos amigos y el encuentro con otro deporte distinto a los que habías practicado. Hoy, después de cuatro años de ese primer día, he mejorado mucho, las caídas son menos frecuentes; ahora puedo subir la Cama de Piedra (montado en la bicicleta) y mi condición física se a mejorado también, créame, el ciclismo de montaña tiene muchas y valiosas recompensas, se sufre al inicio, pero el sabor de la aventura jamás se va.
Hernán Belisario ( DEAD MEAT ) Moreno E.
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